El legendario Abbado planea grandes proyectos con sus orquestas en España después de que esta semana en Madrid haya triunfado dirigiendo Fidelio, de Beethoven, en el Teatro Real y un último concierto ayer junto a la Mahler Chamber Orchestra, poblada de talento fresco y explosivo.
Quien tuviera la oportunidad de escuchar estos días la energía que exprimía de sus músicos, con un sonido afilado, agudísimo y certero, ha podido comprobar que este músico milanés que ya es leyenda, el líder de una generación que dio un nuevo y sano aire a la dirección de orquesta, se ha convertido en una fuerza renovada de la naturaleza. “Me he encontrado muy bien, muy a gusto en Madrid. Éste es un teatro muy profesional y hemos pensado ya grandes proyectos para el futuro. Estamos planeando cosas maravillosas”, asegura Abbado, con los ojos encendidos por la ilusión.
Son proyectos de calado, que no únicamente se ciñen a contratos esporádicos por alguna ópera o algunos conciertos. Él lo explica. “Quiero que se desarrollen en Madrid y en Sevilla. Serán las dos ciudades donde la Joven Orquesta Mahler y la Joven Orquesta Mozart harán residencias cada año”, asegura. Es decir, un proyecto continuado y comprometido de formación de nuevos músicos equivalente al que Abbado mismo tiene en Lucerna (Suiza). O algo parecido al que realiza junto a José Antonio Abreu en el sistema de orquestas de Venezuela, con el que lleva algunos años de colaboración intensa.
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